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La resistencia noviolenta o la resistencia civil y sin armas
destructivas ha sido una constante histórica. Toda resistencia comienza con actos de
transgresión, inobediencia y rebeldía, moral, ética y política; que pueden derivar en algo
mucho más profundo: insurrección, levantamiento, agitación o, incluso, revolución. Es un
no, muy grande, nacido de la fortaleza y de la convicción. Es la disidencia hecha acción
política y social. Es el comienzo de un complejo andamiaje de pilares y argamasa que puede
llegar a levantarse como poder social, no sólo reflejo del número, de las masas, de la
multitud, de la ciudadanía en acción, sino del ejercicio y la voluntad de ser soberanos,
autodeterminados, autogestionados, poder constituyente de sí mismos y para sí mismos.
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